domingo, 12 de julio de 2009

Hay un vino para cada ocasión y Vinos que hacen la ocasión

¿Que vino beber?
¿Que vino beber cuando la noche esta silente y el tiempo esta como ausente?
¿Cuando el corazón calla lleno de tristezas, y solo somos una pausa en la melancolía?
¿Que tinto besará nuestros labios y nos contará historias antiguas, versos y poemas olvidados?
¿Con que tinto sellaremos nuestros secretos?

- Hay tintos para pensar, para filosofar. Son vinos con mucho cuerpo y presencia que nos invitan a la reflexión. Son sus olores y sabores los que nos aíslan del medio que nos rodea, incitándonos a la intimidad con uno mismo. A descubrir el misterio que hay en él. Son vinos para degustarlos solos, sin compañía.
- Hay vinos ligeros, alegres, suaves, frutosos y sin muchos tanimos que son buenos para reuniones ligeras con los amigos. Para pasar el tiempo juntos, para la charla amena, porque su sabor no opaca la conversación.
- Hay tintos elegantes que cuando uno los prueba se da cuenta que esta frente a todo un Caballero. Un Señor! Vinos que se comparten con amigos que gustan del vino.
- Hay vinos para cuando hace calor. Frutales, cítricos, alegre, vivases. Que rico es un buen blanco un domingo de verano, antes y con el almuerzo! Poder charlar y reír con nuestras parejas, amigos, hijos, mientras preparamos el almuerzo.
- Pero también hay blancos que son como unas damas. Elegantes, sutiles, misteriosas, que nos llevan de la mano.
- Hay vinos de cuerpo medio para reunirnos con las personas mas cercanas a nosotros, amigos, hermanos, hermanas, pareja, y hablar sobre nuestros problemas, angustias y sueños. Nos ayudan a pensar y compartir. Están entre los vinos ligeros y los vinos para pensar. Su sabor, olor y textura, nos abstraen un instante en el tiempo y el espacio, pero después su alegre carácter nos incita a la charla.
- Hay vinos para llegar a casa. Cuando llegamos del trabajo, el trafico, las colas, la lucha del día a día. Nos servimos una copa y la vamos tomando, pensando en el día que acaba. Y sin darnos cuenta, nos servimos otra copa. Son vinos que están allí. Que nos acompañan. Son como las mascotas. Siempre nos reciben bien. Y no exigen mucho, tanto que a veces ni les prestamos atención. Son vinos de diario, del día a día.
- Hay vinos para enamorar. Para seducir. Son vinos que tomamos a la luz de la vela. Suaves, seductores, maliciosos. Su sensualidad se apodera de nuestro cuerpo y mente. Si, hay vinos sensuales, sedosos, misteriosos. Que no se revelan de inmediato, sino con el tiempo. Juegan con uno, nos seducen y nos empujan a expresar nuestros sentimientos más íntimos y a descubrirlos.


Hay vinos para toda ocasión y Vinos que hacen la ocasión.

Un amigo me preguntaba como se sabía si un vino era bueno para esta o aquella ocasión. Mi respuesta fue simple: Cómpralo, pruébalo e imagina/piensa con quien te lo tomarías. Después lleva a la práctica lo que pensaste. Chequea con la realidad. Y si quieres, lleva un registro de tus aciertos y fallas en un cuaderno, en tu lapto o en tu PC. Esto último te va hacer de mucha utilidad.

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